La pérdida de autonomía durante la vejez

La pérdida de autonomía durante la vejez

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Según aumenta la esperanza de vida, se incrementa el número personas con enfermedades crónicas. A partir de los 65 años comienzan a detectarse este tipo de enfermedades, lo que incrementa el nivel de fragilidad y la pérdida de independencia. Para evitar las consecuencias más duras del envejecimiento resulta imprescindible intervenir en las fases previas a la enfermedad.

La pérdida de autonomía durante la vejez:Medidas para cuidar la Salud de las personas Mayores

Las medidas más extendidas para cuidar la salud de las personas mayores se basan en una  alimentación saludable y la práctica de ejercicio físico. Por ello, contemplar la prevención de enfermedades infecciosas mediante vacunación o dejar hábitos de vida no saludables como fumar o beber garantizan un envejecimiento activo.

Una persona mayor es dependiente cuando pierde, en mayor o menor medida, su autonomía funcional y necesita la ayuda de otras personas para poder desenvolverse en su vida diaria.

Las causas más frecuentes de la pérdida de autonomía en el Adulto Mayor

Las causas de la pérdida de independencia se dan por una suma de factores. Son muchas las causas que pueden llevar a una persona la dependencia de otras personas por estados de falta o pérdida de autonomía física, psíquica o intelectual. Existen varios tipos de dependencia y se pueden presentar en diferentes grados:

Físico:

la fragilidad física, los problemas de movilidad y el deterioro de algunos sistemas biológicos (respiratorio, cardiovascular, etc.) provocan una disminución de la fuerza física, de la movilidad y del equilibrio que suelen ir asociadas al deterioro de la capacidad del individuo para realizar las actividades básicas de la vida diaria (tareas domésticas, higiene personal, alimentación, control de esfínter, etc.)

Además, el padecimiento durante la edad avanzada de enfermedades crónicas como la artritis, la artrosis, la osteoporosis y las fracturas provocadas por caídas u otros accidentes contribuyen a la discapacidad, a la dependencia física y por tanto a la pérdida de autonomía durante la vejez.

Algunas funciones corporales que lo ponen de manifiesto son:

– Incapacidad de comer solo.

– Dificultad para desplazarse.

– Pérdida de higiene frecuente y eficaz.

– No ser capaz de vestirse correctamente..

– Pérdidas de orina o de heces.

– Limitaciones sensoriales como de vista y de oído

-Consumo de fármacos y sus efectos secundarios: confusión, deterioro cognitivo, sedación o hipotensión ortostática.
Psicológicos:

los trastornos cognitivos asociados al padecimiento de demencias como el Alzheimer o los derivados de accidentes cerebrovasculares requieren de una estimulación cognitiva. Estos problemas afectan de forma severa a la dependencia de las personas mayores, limitando su actividad intelectual y su capacidad de recuerdo, de comunicación y de realización de acciones cotidianas.

La depresión en la tercera edad, contribuye de manera significativa a la dependencia en la edad avanzada. Está relacionado con el aislamiento social por las quejas sobre salud y bienestar.

De igual manera, las experiencias y aprendizajes individuales hacen que las personas mayores transformen sus demandas y postura sobre la aceptación de ayuda exterior ante las distintas situaciones de la vida cotidiana.

¿Cómo darse cuenta de esta pérdida de autonomía por las funciones socio-cognitivas?

– Confusión de personas, horas, dias o estaciones del año.

– Dificultad en la capacidad comunicativa para pronunciar o construir frases correctamente.

– Pérdida del sentido de la orientación.

Hay que tener en cuenta que muchas de estas alteraciones son corregibles y en todos los casos hay que evitar que la dependencia en los mayores vaya a más. Es por ello que desde Montesalud ofrecemos multitud de servicios a disposición de las personas dependientes.

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